jueves, 4 de diciembre de 2008

¿Cómo los vamos a matar?


La discusión no es la pena de muerte, es cómo los vamos a matar: si los vamos a fusilar, si los vamos a degollar, si los vamos a ahorcar o algo light, que puede ser la inyección letal, pero un desgraciado que hace eso, ¿tú crees que merezca consideraciones?
Humberto Moreira Valdés

El ínclito gobernador Moreira ha puesto el dedo en la llaga y, arriesgando todo su capital político, ha girado instrucciones a su congreso particular, perdón, estatal para que con premura, apruebe una iniciativa encaminada a modificar la carta magna y, de este modo, se establezca la pena de muerte en nuestro territorio. País Salmonela preocupado porque nuestro prócer Moreira use sus neuronas para cosas más importantes, ha decidido armar una serie de modestas propuestas para deshacernos de todos esos indeseables, que no respetan ni a su madre.
Ha sido tal la respuesta de sus congressmen y de la sociedad en su conjunto, que el licenciado Moreira está pensando seriamente hacer su propia reforma educativa -en la que se volverá a establecer el reglazo y el coscorrón como eficientes herramientas pedagógicas-. Dice, además, que si todo le sale vien (sic.), también impulsará una reforma petrolera de a de veras usando como punta de lanza a su falange de congresistas.
Volviendo a nuestro tema, sabemos que deshacerse de un tipejo no es cosa fácil aunque lo parezca, además, en concordancia con la modernidad, no podemos establecer soluciones anacrónicas como aquella del fusilamiento, o la comodidad de la inyección letal; por favor, nada de soluciones fáciles.
Bueno, dejémonos de rollos y aquí van nuestras propuestas:
  1. Una solución viable consistiría en tomar al secuestrador y darle una sopa de su propia medicina, vistiéndolo de policía para después soltarlo en Ciudad Juárez armado con una resortera y sin parque.
  2. Colocar una vistosa camiseta con la leyenda: I LOVE JESUS, en el pecho y ORTEGA en la espalda y darle un rocanrol, descalzo, por el Valle de Chalco o por algún otro territorio encinista.
  3. Obligarlos a vivir con el salario mínimo vigente, morirán de inanición en unos días.
  4. Armar al secuestrador con la misma resortera del inciso 1. y utilizarlo luego como fuerza de asalto en los motines de las prisiones.
  5. Venderlos por partes en el mercado de órganos y dar el dinero a las víctimas.
  6. Usarlos como conejillos de indias.
  7. Colocar sus fotografías en los periódicos agradeciendo la información que han dado a la policía en su arduo combate contra el crimen organizado y, después, aplicar el inciso 1, prescindiendo del uniforme de policía.
  8. Vendar los ojos del malandrín y obligarlo a caminar por algún paraje que también sea territorio chimeco, la calzada I. Zaragoza a la altura del km. 11.5, por ejemplo.
  9. Utilizarlos como prestanombres y, con su firma, publicar en los diarios toda esa preciosa información que resulta incómoda para los barones de la droga.
  10. Esta vez no hay diez, no manchen, ¿qué se creen?

    PD. Por su parte, País Salmonela desea proponer que se aplique la pena capital a todos los políticos manchados que han hecho del oportunismo una de las bellas artes.