lunes, 1 de diciembre de 2008

LAS CAJAS NEGRAS


¿Cómo serían estas cajas negras?

La de Los Pinos
-Jefe ahí hay una turbulencia bien cabrona.
-No nos hace nada, esta nave es a prueba de turbulencias.
-No es por ser pesimista, pero esta viene más perrona.
-Ya te dije que no seas alarmista, si esta nave aguantó al Grandote, bien puede aguantar cualquier turbulencia. ¿Está temblando?
-No, esa es la turbulencia.
-Ay güey, de haber sabido, ni le entro a esta chamba de piloto. Bueno haiga sido, como haiga sido, ya estamos aquí.
-Jefe, ya estamos como a mil metros.
-Déjamelo, déjamelo y dile a Memo que destrabe un alerón pa estabilizarnos un poco.
-Ya le dije, pero igual seguimos perdiendo altura.
-Hijo de su puta madre; (susurrando) la nave, no tú, cabrón; no me mires así, yo creo que mejor enciendes la alarma.
-No hay alarma, la estamos licitando.
-Ah cabrón. Entonces saca los paracaídas.
-No hay, jefe, en el lugar destinado a los paracaídas sólo dejaron estos pinches vestiditos como de Barbi.
-Hijo de su puta madre.
-¿El avión?
-No, el pinche… (se escucha un golpe seco y se interrumpe).
-Ay, diosito.

La del PRD
-Compañero, creo que la nave está perdiendo altura.
-Sicierto, compañero, déjemelo, déjemelo, compañero.
-Se lo dejo pura madre. Y yo con qué me quedo.
-Le digo que me lo deje; si no, nos vamos a estrellar.
-Me vale madres.
-Ya estamos a 1500 metros, déjemelo o se lo quito.
-Encima de mi cadáver.
-Pos tú dirás, (se oyen golpes, patadas y mordidas).
-Ya sólo quedamos ustéd y yo, compañero, la tripulación saltó hace un rato.
-Me vale.
-Pos a mí también me vale.
-Hijo de su puta madre.
-La suya.

La del Gobierno de la Ciudad de México
-Marcelo, perdemos altura.
-Ya te dije que no me interrumpas, ¿ya pusiste el nacimiento?
-Ya, pero nos vamos a estrellar de todos modos.
-No seas dramático y pásame la canela molida y la vainilla.
-Disculpe, licenciado, ¿cree que es momento para estar haciendo galletitas? (se oye un golpe) !ay¡ hijo de su puta madre.
-¿Yo?
- No, como cree jefe, el arbolote ese contra el que vamos a chocar.
-No seas chillón. Y ayúdame a amasar. Por cierto ¿encontraste mis patines de hielo?
-Jefe, nos estrellamos, ay diosito, me hubiera quedado en mi pueblo (se escucha un golpe y luego el sonido que produce el hielo cuando se quiebra).